jueves, junio 27

Oh, well...

Estoy leyendo cosas que escribí la última vez que escribí acá y SHIET. Hay cosas con las que ya no concuerdo, cosas que faltan y que pienso "¿cómo las ignoré?", errores gramaticales que pasé por alto... Lo más importante es aquello que cambió en mi manera de pensar. Podría decirse que amplié mis puntos de vista. Trato de no ser tan dicotómica, aunque a veces no haya salida. Trato de hablar incluyendo a todxs (algo que hace tres años me resultaría ridículo por los mismos argumentos que hoy rechazo). Trato de pensar más antes de hablar.

También veo que ciertos temas siguen en lo mismo: esta idea de "tengo que meter ejercicio y controlar lo que como" no me abandona desde los 20 años, aunque el ideal de la panza chata exista en mi desde los 13. Es mucho tiempo deseando algo y no haciendo lo necesario para conseguirlo. Es un camino lineal (salvo que hubiera problemas hormonales o del cuerpo) que requiere disciplina y esfuerzo, y yo soy una persona con mucha fiaca y amor por la comida. Ya no quiero decir que voy a hacer algo al respecto. Cada vez que me encuentro diciéndolo me gustaría taparme la boca y retrotraer esas palabras. Es un anuncio que nunca se cumple, o que se cumple por un mes o dos y, bueno, después me da fiaca. O lo hago o no lo hago, pero no lo hablaré.

A la vez es cierto que estoy más cómoda conmigo misma. No significa que siempre me encuentre bonita ni cómoda (especialmente cómoda), pero me castigo menos. Me trato mejor. Y eso, a mi parecer, es importante.

Ya soy licenciada en psicología, aunque sigo trabajando de secretaria porque no decidí qué hacer. Por probar mandé mi CV a una búsqueda para RRHH pero dudo que me llamen.

Sigo con Gato, aprendiendo y acompañándonos el uno a la otra y viceversa. Vivo una relación con menos miedo de lo que tuve en otros momentos de mi vida, sabiendo que soy querida y aceptada, y que hay un proyecto común de ambxs. Lo que más me gusta de mis días es que a la noche venga él a acostarse y me abrace, aunque me despierte un poquito.

No sé bien por qué escribo esto, pero cada un tiempo largo parece que hiciera un racconto sobre cómo viene mi vida, qué cosas hago, qué cosas pienso (sobre todo) y después vuelvo a enterrar este blog (o el que sea) por un tiempo más, hasta que vuelvo a leer y vuelvo a escribir. Mi-te-rio.

lunes, julio 4

Viajar

Tengo muchísimas ganas de viajar. Sé que es caro, que hay que ahorrar mucho, que te tiene que dar el límite de la tarjeta para las cuotas, que después estás un año pagando el pasaje, que tenes que contemplar las fluctuaciones del peso, la inflación, el trabajo, los compromisos familiares, que además hay que pagar igual el alquiler, expensas, luz, gas, agua, cable, internet y todo lo que se te ocurra. Se todo eso, pero quiero viajar.



Mi plan es:

  • Hacer un plazo fijo en dólares
  • Comprar dólares
  • Insistir con la cuenta sueldo en un banco que me provea una tarjeta con más de 12 cuotas sin interés
  • Revisar semanalmente las promociones aéreas 
  • Intentar convencer a Gato, y si no sale, irme sola
  • Jugar cada tanto al Quini o a lo que sea que me pueda dejar guita out of the blue

Listo, eso es. No hay mucho más. A hacerlo nomás.

jueves, junio 30

¿Y ahora qué?

Completé los 30 días de escribirme. ¿Y ahora? Mientras escucho por primera vez 21 de Adele me siento acá a escribir. No sé bien de qué, pero puedo decir que algo me empujó a hacerlo. ¿Será que en serio después de 30 días de hacer algo se genera un hábito?
Casi completo mis 30 días de sentadillas también. Estoy tratando de no irme a la mierda con la comida de nuevo, de meter cuanto pueda de caminata, bici o gimnasio en el día (hoy, por ejemplo, caminé más de 1h 20m) y de organizarme mejor en cuanto a cosas que tengo que hacer todos los días. No es mucho, o capaz si, no sé.

En cierto modo es tomar al toro por las astas y meterle, hacerme cargo. Ni más ni menos.

miércoles, junio 29

#30. Escribir mi día en 4 escenas.

Escena #1: 8.45AM. No quiero salir de la calidez de mi cama, y alejarme del calor de Gato. Me tengo que levantar, no queda otra. Me siento en la cama, siento el frío y busco qué ponerme. Paso por el baño y me termino de arreglar. Es tarde para desayunar en casa, preparo la vianda y veo las noticias, hasta que me toca salir hacia el subte.

Escena #2: Salgo de trabajar. Busco mis nuevos auriculares, los pruebo con algo de YouTube y me tomo el subte a casa. En el trayecto no paro de pensar en la merienda, que tiene que ser liviana, y en que hoy tengo que empezar a "entrenar", tengo casi 6 meses hasta mi cumpleaños para estar cómoda con mi cuerpo, y para generar el hábito. Me cuesta, me da muchísima paja, pero lo va a valer.

Escena #3: ¿Viene Carla? Tenemos cita con el gimnasio del edificio. Me pongo las calzas, ropa deportiva en general y las zapas de Crossfit. No tengo ganas, pero me armo de ¿fuerzas? para hacerlo igual. Nos tenemos que comprometer a hacer al menos una hora de ejercicio, día de por medio, y a no irme al carajo con la comida. Tarea ardua, pero factible. Con ganas.

Escena #4: Cenamos juntos, Gato y yo, con una copa de vino de por medio. Me pongo una mascarilla, pijama y veo Orange Is The New Black, mientras él hace la suya. Relajamos un poco a mitad de semana. Me voy a dormir.

martes, junio 28

#29. Escribir un párrafo de mi futuro libro

"...A la hora de hacer una salsa blanca o bechamel hay que seguir unos sencillos pasos. En primer lugar, yo no sigo medidas exactas normalmente y, a pesar de no querer hacerlo, termino haciendo todo "a ojo". En este caso tomo dos cucharadas de manteca y dos cucharadas de harina. Primero derrito la manteca y, cuando está lista, le agrego las cucharadas de harina, ya fuera del fuego y batiendo con un pequeño batidor de alambre (o recubierto en plástico, si la olla es antiadherente y no queremos sacar el teflón). Se va a formar una bola o varias bolas de la mezcla, y está bien. De a poco, también fuera del fuego, agregamos leche de a chorritos, batiendo para evitar que se formen grumos. Va a llegar un punto en el que la mezcla va a parecerse al resultado final, pero hay que agregar más leche. Para esa cantidad de manteca y harina, cerca de medio litro. Se vuelve a poner la olla al fuego y se sigue revolviendo/batiendo/rompiendo con el batidor. En mi experiencia, se tardará alrededor de 10 minutos en que esté a punto, siempre revisando la consistencia que uno quiere. Luego se sala y se condimenta (yo uso sólo nuez moscada). Si se quiere, se agregan verduras (espinaca blanqueada, choclo) o, si no, se utiliza como está y con lo que se quiera. Yo particularmente muero por la salsa blanca sola, con verduras, en gratinados, en lo que sea..."

#28. Estoy preparando una cápsula del tiempo y se desenterrará en 500 años. Escribir una carta explicando cómo es la vida hoy

Hola, quien quiera que seas. Es 28 de Junio de 2016, es martes y son las 11AM. Esta carta está siendo escrita desde mi trabajo. Por las dudas, un trabajo es "lo que hay que hacer para subsistir económicamente", en general. En este trabajo tengo que atender el teléfono (aparato por el cual se establece comunicación verbal hablada por una red que no tengo idea de cómo funciona), contestar mails (cartas virtuales: tampoco entiendo bien de qué se trata), cobrar y pagar (en diferentes monedas: hoy en día hay dólares, libras, yenes, pesos...), y por lo menos una vez al día, hacer café.
Hace dos días la Selección Argentina perdió su tercera final consecutiva, y lo que es peor, contra Chile. Por penales. Una tristeza absoluta. A esto se suma la renuncia de Messi, que hoy en día es visto como el mejor jugador de fútbol del mundo. No sé si escucharon hablar de eso, pero tampoco me voy a gastar en explicarlo. De seguro es un deporte que quedó registrado en algún lugar, y no tengo ganas de perder tiempo.
En Argentina está habiendo un destapadero de ollas de corrupción; estamos perdiendo la capacidad de sorprendernos con estas cosas, y de manifestarnos en contra de ellas. No por un régimen absolutista, sino porque ya estamos cansados. Y la verdad, salir de trabajar para ir a donde sea a quejarse, no rinde. Rinde más volver a casa, tomar un té y encontrarse.
El mundo también está un poco del culo (pardon my french), sigue habiendo racismo, sigue habiendo gente a la cual le chifla el moño y decide matar just because, y sigue existiendo Gran Hermano. Ojalá en 500 años hayamos aprendido a no ser caras de verga.
Hay animales cautivos "para educar" y "para divertir". Todavía no entiendo la gracia en tener a un bicho sufriendo en una jaula o en una pileta. Hay personas presas porque "algo habrán hecho". No, no volvimos a los '70, es que ahora es el turno de los milicos.
"La vida está bien si no te rindes", dijo una vez un músico bizarro de la escena under-no-tan-under de Buenos Aires, y básicamente es a lo que apuntamos. A seguir, a ponerle onda, a tratar de disfrutar lo que se pueda, y lo que no, bueno, después vemos.
En este momento tengo que seguir con mis obligaciones laborales (no es que esté obligada cual esclava, pero si no trabajo no me pagan, y si no me pagan no como ni tengo techo ni luz ni gas ni agua ni internet). Espero que el mundo, ahora, cuando lees esto, esté mejor, que la gente no esté del orto y que mis tataranietos sigan hablando de lo gloriosa que era mi comida y que son mis recetas.
Ornela

#27. Salir a dar una vuelta por el barrio y hacer un mapa de sonidos y olores

Nunca hice un mapa de sonidos ni olores. Apenas hice uno de calles, pero ¿qué tan difícil puede ser?

Mi barrio es Belgrano. Tengo la suerte de estar en la zona más tranquila, más pegadita a Núñez, y por ende menos ruidosa, que no significa silenciosa. El primer sonido, el que orienta a los demás por su estridencia, es el del tren. Se repite cada tantos minutos, ida y vuelta, y si bien descansa por la noche, al comienzo de la jornada laboral ya está sonando. Alrededor de él están los demás: los pájaros, el ruido a lluvia (particularmente estos días), la campanita del paso a pie que indica no cruzar...
En ocasiones muy particulares (cuando juega cierto equipo gélido) se escucha una muchedumbre, o cien muchedumbres, coreando cánticos para alentar al equipo frío como la nieve. Esos días sopla un viento helado, pero basta con cerrar las ventanas.
También suena el viento, algo que hacía mucho no escuchaba, aunque estemos en un séptimo piso.
En cuanto a olores, tuve la fortuna de oler algo de asadito, que me transportó a los asados de mi abuelo (btw: esa parrilla se fue con el peso de los años, se derrumbó). También a florcitas, en el pasillo alto del centro de la manzana, o a otro tipo de florcitas (o hasta prensado) en la calle. El aire, por más ridículo que suene, se siente más fresco que si te alejas unas cuadras de ahí y te acercas a Cabildo.
Agradezco de manera más o menos consciente cada día por haber elegido este lugar, porque con alejarme unas cuadras nada más de Cabildo y Juramento, estoy en otro barrio, otro planeta, otro estado.